8. La Acción
1. La estructura de la acción
a)
Persona y acción
En el hombre existen
muchos dinamismos- reacciones instintivas, pulsiones vegetativas, tendencias-
pero ninguno de ellos concuerda con lo que propiamente denominamos acción. La
acción no se refiere a ningún dinamismo parcial, sino a la actividad de toda persona
en cuanto a tal, al desplegarse dinámico y unitario del hombre. “YO ACTUO”, en
esta frase queda radicada la esencia de la acción humana tal como queremos
considerarla aquí. Yo, como persona, despliego mis potencialidades y entro en
contacto con el mundo y con mi mismo a través del misterio de la acción humana.
“YO ACTUO” significa
que yo, sujeto, pongo libremente una acción en el mundo. Sin mi, esa acción no
existiría mientras que, por el contrario, mi determinación voluntaria supone
una modificación del ser del mundo que sigue a su “puesta en la existencia”,
como diría Maritain.
¿Por qué actuamos?
¿Por qué nos sumergimos en un dinamismo a veces incluso desenfrenado y voraz?
Primeramente lo hacemos por necesidad. No podemos no actuar porque la estructura
de nuestro ser es dinámica. Somos movimiento y estamos obligados a actuar hasta
el punto de que, como sabemos las omisiones son también un modo especifico de
actuar que cosiste en la decisión de no hacer nada. Pero la actividad humana no
es, evidentemente, un mecanismo necio fin para si mismo, sino el que nos
permite lograr nuestra plenitud, nuestra autorrealización, lo que intuimos en
nuestro interior que debemos ser pero todavía no hemos conseguido.
Puedo actuar para
alcanzar aquello que no soy y que creo que debo ser, para probarme a mi mismo,
para crear o para destruir, para poseer o para regalar, para transformar el
mundo o la sociedad o para realizar este tipo particular de actividad que
consiste en el reposo y en la quietud. En cualquier caso busco cierta plenitud,
un objetivo un anhelo, algo que antes no poseía y que considero que me conviene
desde algún punto de vista.
b)
La dimensión objetiva y subjetiva de la acción
La estructura de la
acción humana es altamente compleja hasta el punto de que existe toda una rama
de filosofía, la teoría de la acción, que se dedica a estudiarla. La dimensión
OBJETIVA, surge al contemplar la trascendencia de la persona sobre su acción y
se corresponde, fundamentalmente, con la dimensión intencional de la libertad.
“YO ACTUO” significa que yo causo la acción, que la produzco o la genero; y
esto implica, a su vez, que es distinta de mi. Por ejemplo, esta actuando pero
su acción se distingue de él. En el momento en el que construye transforma el
mundo que le rodea pero puede dejar de hacerlo; entonces el sigue siendo el
mismo y la acción queda objetivada en la tarea que ha realizado. La dimensión
subjetiva el “YO ACTUO” al igual que veíamos en el “YO QUIERO” de la voluntad
supone un sujeto que ejerce la acción pero que al mismo tiempo es modificado
por ella porque la acción al fin y al cabo nunca se separa de la persona. No
existe el “CONSTRUIR” sino “ALGUIEN QUE CONSTRUYE” ni el “CORRER” sino “ALGUIEN
QUE CORRE” y que al construir o correr se cansa, se fatiga, se fortalece o se
perfecciona. Esto quiere decir desde otra perspectiva que la acción como fácilmente puede intuirse
nunca sale completamente del interior de la persona porque es la misma persona
modificándose, activándose y desarrollándose. Y significa también que la acción
modifica el mundo, pero modifica sobre todo a la persona que revierte sobre su
interior cambiándola en uno u otro sentido. Esta cualidad de la acción por la
que revierte sobre la persona que la realiza se denomina dimensión subjetiva y
se corresponde con la dimensión auto determinativa de la voluntad.
Por ultimo hay que
añadir que la acción completa y real no es ni subjetiva ni objetiva, ni
transitiva ni intransitiva sino que posee simultáneamente las dos cualidades al
igual que sucedía con la libertad. El “YO ACTUO” implica un sujeto que realiza
una acción que cambia al mundo pero que también cambia al propio sujeto.
c)
Unidad, complejidad e integración
Junto al carácter
subjetivo y objetivo es posible indicar además otras características de la
acción. Por un lado es unitaria , es decir, se corresponde con la globalidad de
la persona y es una acción , la voluntad o los sentidos, sino el hombre o la
mujer como seres unitarios e individuales. La integración implica
fundamentalmente la necesidad de que el sujeto incluya de manera correcta en su
acto de autodeterminación los diversos aspectos de la estructura de la persona:
cuerpo, psique y voluntad. Y esa tarea tiene a su vez dos dimensiones: una
psicológica y otra moral.
La integración
psicológica implica el logro de una coordinación interna que permita al sujeto
hacer lo que realmente desea y del modo que lo desea. Una integración
psicológica adecuada y suficiente es el resultado del aprendizaje de toda una
vida, es totalmente necesaria para una vida normal y su carencia puede dar
lugar a patologías de diversos grados.
También es necesaria
una integración moral para que la persona se estructure internamente de modo que
le resulte fácil realizar buenas acciones. Esta coordinación y armonización no
siempre es sencilla porque las diferentes capacidades humanas, al tener un
cierto grado e autonomía pueden oponerse entre si o intentar bloquear las
decisiones del yo. Toda la integración psicológica como la moral son tarea de
toda la vida y nunca están definitivamente conseguidas porque siempre aparecen
nuevos comportamientos que debemos aprender y controlar dificultades que antes
no existían, etc.
2. Los ámbitos del obrar
a) La tripartición clásica y sus límites
Podemos preguntarnos
ahora si es posible clasificar u ordenar de alguna manera los ámbitos de
acción. Si así fuera estaríamos ante un instrumento utilísimo para comprender
al hombre ya que nos diría muchísimo sobre lo que es y sobre lo que aspira. La
tradición clásica lo hizo y dividióla acción humana en tres grandes tipos:
hacer, obrar y contemplar.
Veamos el contenido y
las características de cada uno de ellos.
1) EL HACER O PRODUCIR. Lo constituyen
las acciones en las que el sujeto realiza algo como fabricar objetos,
instrumentos, utensilios, etc.
2) EL OBRAR MORAL. Lo constituyen las
acciones en las que el sujeto se implica personalmente en la acción y
corresponde por tanto, a las acciones virtuosas o viciosas es decir a las
acciones de tipo ético.
3) LA CONTEMPLACION. Por ultimo es la
actividad propia del intelecto y es la acción mas bella y mas perfecta porque
no busca nada fuera de si. Mientras que las demás acciones se realizan por algo
distinto de ellas, la contemplación no busca fuera de si misma: contemplo para
contemplar.
En realidad no existen
acciones solamente transitivas ni solamente intransitivas sino que, en toda
acción hay una dimensión transitiva u objeta y otra intransitiva o subjetiva.
Toda acción es realizada por un sujeto que modifica su intimidad al realizarla
y que de igual modo busca un objetivo mediante su realización.
No tiene sentido
distinguir acciones meramente técnicas o productivas y otras morales, ante todo
porque no existen y a posteriori porque esta distinción acaba planteando
gravísimos problemas cuando se intenta reunificar la técnica con la moral.
Sucede aquí algo parecido a lo que hemos comentado anteriormente sobre los
ámbitos de acción. Cabe distinguir por supuesto, entre los aspectos técnicos y
morales de una acción pero solo desde un punto de vista formal no como acciones
distintas.
La distinción entre
hacer y obrar por ejemplo tiene su origen en la estructura social griega que
encomendaba las tareas pesadas y materiales a los esclavos mientras que
reservaba la actividad política y de ocio para los hombres libres. A esto se
añade además si intelectualismo. Como para Aristóteles la facultad mas perfecta
es la inteligencia, el acto mas perfecto, que corresponde al ejercicio de la
facultad mas perfecta, es precisamente la especulación o contemplación.
b) las mil caras de la acción humana
Los problemas que
acabamos de indicar imponen inevitablemente un abandono de la tripartición
clásica y nos obliga a preguntarnos si es posible establecer hoy en día una
clasificación del obrar humano distinta y mejor.
Eso no significa que
se debe renunciar al estudio de la acción, al contrario se debe aumentar el
esfuerzo por comprender la actividad del hombre pero respetando la identidad
diversa y diferenciada de cada uno de sus actos. Como nos recuerda este
precioso texto de la Biblia:
“ Todo tiene su momento
Y hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo:
Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y
tiempo de arrancar lo plantado,
tiempo de matar y tiempo de curar,
tiempo de derruir y tiempo de construir,
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de llevar luto y tiempo de bailar,
tiempo de tirar piedras y tiempo de recoger piedras,
tiempo de abrazar y tiempo de dejarse de abrazos,
tiempo de buscar y tiempo de perderse,
tiempo de guardar y tiempo de desechar,
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de odiar,
tiempo de guerra y tiempo de paz”
